Realmente es más que un sueño hecho realidad. No existe lo imposible. Somos una familia de emigrantes venezolanos de ocho miembros, y hoy vemos esta posibilidad convertida en realidad a través de Hábitat. Es una puerta enorme, una oportunidad única de tener nuestra propia casa.

Hoy nos sentimos muy satisfechos y contentos, dándole gracias a Dios porque este sueño de tener una casa se hace realidad. A veces, al pagar alquiler, uno tiene que sacrificar otras necesidades, y cuando surge esta oportunidad de tener nuestra casa, uno dice: aquí está la mano de Dios, Él va delante de nosotros.