Norma Paez nos recibió en su casa en una mañana luminosa. Esta valiente mujer fue seleccionada por sus propios vecinos de la comunidad Alianza Unida en Luque, como la beneficiaria de una casa que será construida próximamente con la ayuda de voluntarios y donantes. Las jornadas de construcción son parte de las actividades que celebrarán los 25 años de Hábitat para la Humanidad en Paraguay.
En un entorno rodeado del verde intenso de sus plantas, iniciamos con ella una conversación sin prisas. Norma comprende que los donantes y voluntarios que visitarán su hogar en septiembre desean conocerla. Por eso, habla sobre su familia, su historia, su día a día y, sobre todo, sobre la alegría que siente al saber que pronto tendrán una nueva y adecuada vivienda.
El inicio de su hogar
Norma tiene 48 años, vive con tres de sus cuatro hijos: Ninfa, de 26 años, Monse, de 22 años, y Osvaldo, de 17 años. Su hija menor también es mamá de dos tiernos mellizos, Icar y Sofía, de 2 años. Hasta hace poco, también vivían en la casa otros dos nietos de edad escolar, pero, debido a la enfermedad que le afecta a Norma regresaron al cuidado de su madre, aunque llegan a su casa a diario porque siguen en el barrio.
Hace 15 años, Norma y sus cuatro hijos pequeños llegaron al asentamiento en el barrio Cañada San Rafael de Luque. Hasta entonces, ella vivía en Calle’í, San Lorenzo, pero necesitaba comenzar una nueva vida y tener un lugar que pudiera llamar propio. Lo que encontró ahí era el terreno vacío y le fue suficiente para empezar. Actualmente, Norma paga 80.000 guaraníes al mes por la propiedad, ya que el Ministerio de la Vivienda facilitó el proceso de legalización a las 160 familias con un plazo de financiación de 10 años.
Pilar de muchos y comunidad solidaria
Para sostener a su familia, Norma empezó a vender comidas en la comunidad. Suma a esa tarea, lavar ropa de vecinos, limpiar casas, reciclar latas de aluminio y realizar cualquier tipo de trabajos. Lamentablemente, hace un año Norma comenzó a sentirse mal y recibió un preocupante diagnóstico: cáncer de colon. Desde entonces, fue sometida a dos cirugías en el Instituto Nacional del Cáncer, hospital conocido como INCAN, donde sobrevivió a una infección y recibió hasta ahora 46 sesiones de radioterapia y 10 tratamientos de quimioterapia.
En estas condiciones, Norma ya no puede trabajar como antes, nos confesó que se siente muy limitada debido a su enfermedad. A veces se siente mal y tiene que quedarse en cama, pero el día que llegamos a su casa, nos recibió sentada bajo el árbol de níspero, y se levantó con entusiasmo a mostrarnos la variedad de plantas que cuida amorosamente.
En la familia de Norma todos contribuyen para el sustento, y también reciben la ayuda solidaria de sus vecinos. Monse cuida a diario a un bebé, su hijo Osvaldo trabaja en una herrería. De alguna manera, logran asegurar el almuerzo diario y otros gastos de la familia. Sus vecinos también se movilizan y ayudan, facilitan el transporte y los recursos que necesita Norma para llegar frecuentemente al hospital.
Familia, educación y trabajo
Norma viene de una familia de diez hermanos. Sus padres trabajaban en el Chaco, por eso a los 12 pasó al cuidado de su madrina. “Estuve con ella hasta los 19, luego ya salí por mi cuenta”. Norma no pudo terminar la escuela primaria, llegó hasta el 4° grado. “Leo, un poco” nos dice algo dubitativa. Trayendo estos recuerdos nos cuenta que le hubiese gustado ser enfermera.
Para sus hijos y nietos fue algo diferente, aunque mantienen el desafío de la educación, Ninfa logró concluir la secundaria y busca un trabajo estable, lo que es difícil ahora con la enfermedad de su mamá, ya que debe ocuparse de su cuidado y de acompañarla al tratamiento. Monse abandonó la escuela en 9°grado, cuando quedó embarazada y hoy está de pleno cuidando a sus mellizos. Osvaldo, el “pahague” como lo llama, dejó de estudiar para trabajar. Sus nietos de 8 y 10 años, van a la escuela, aunque crecen con la amenaza de la deserción escolar y el trabajo infantil porque acompañan la recolección de latitas por las calles. Esta actividad la realizan las mujeres para aportar algo de recursos a la débil economía de la familia.
El sueño de una casa
La idea de cambiar de vivienda entusiasma a Norma. Significa mayor tranquilidad para ella y su familia. Actualmente, su hogar cuenta con un dormitorio que comparte con su hijo. La estructura tiene paredes de ladrillo cocido, que se completan con chapas, tablas y un roído techo de placas de fibrocemento.
Ella recuerda que fueron sus hermanos los que ayudaron a construir esas paredes, pero hoy le preocupa porque se mueven y no tienen cimientos sólidos. Además, su casa no tiene piso, solo está cubierta de tierra, lo que la hace muy húmeda e incluso se inunda con una gran lluvia.
Al fondo del terreno, las hijas de Norma están construyendo sus propios espacios, elevando el piso para evitar que el agua se acumule cuando llueve. Norma se refugia con ellas cuando hay tormenta.
Pegada a la casa de Norma está el galpón de la cocina, que sirve también de comedor, donde diariamente recibe a sus hijos y nietos. La familia habitualmente cocina con leña, aunque tienen una placa de inducción y un servicio de energía eléctrica estable. Norma nos asegura que “cocinar a leña es más rico”. El menú varía, pero siempre incluye los platos populares como el tallarín, el guiso y el puchero.
Para llevar agua hasta su cocina, Norma utiliza una larga manguera conectada a una canilla a metros de la casa. El agua les llega desde una “aguatería” de la comunidad. En medio del terreno tienen un precario baño con inodoro que sirve a toda la familia.
Norma, con una mirada esperanzadora, nos expresa su entusiasmo por tener una nueva casa con las condiciones mínimas y adecuadas. “Yo nunca busqué casa porque no tenía los medios. Siempre soñé tener una mejor” Hoy se siente con confianza, apoyada por su familia, sus vecinos y su comunidad.
El nuevo hogar
La nueva vivienda que Hábitat para la Humanidad Paraguay construirá para Norma, con acompañamiento de profesionales y brigadas de voluntarios, tendrá una superficie de 34 m2 metros cuadrados. Con el objetivo de prevenir inundaciones, el terreno será elevado 60 centímetros. La casa contará con dos dormitorios, sala, cocina, comedor y lavadero. Para su construcción, se utilizarán ladrillos cocidos, pisos cerámicos y techo de tejas. La obra también contempla la instalación eléctrica adecuada y un baño moderno equipado con artefactos cerámicos, insumos eléctricos e instalaciones sanitarias.